Hoy, se cumplen nueve años desde que fue instalada la CONAPREVI. Corría el año 2001 y el 5 de enero, el entonces Presidente de la República juramentó como su representante ante la CONAPREVI, a la Doctora Lily Caravantes quien era la primera Secretaria Presidencial de la Mujer; también juramentó a las representantes del Fiscal General y Jefe del Ministerio Público, del Presidente del Organismo Judicial y de la Corte Suprema de Justicia, del Instituto Nacional de Estadística -INE- y a tres representantes de la Red de la No Violencia contra la Mujer.
Se iniciaba así el enorme reto de formular y ejecutar políticas públicas para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia intrafamiliar y contra las mujeres, desde una visión del Estado, como una responsabilidad compartida entre dos poderes del Estado, el ente encargado de la persecución penal, el INE y la sociedad civil.
Tres años después y pese a la precariedad presupuestaria, con apoyo de la cooperación internacional, ya contábamos con una estrategia definida para diez años: el Plan Nacional de Prevención y Erradicación de la Violencia Intrafamiliar y contra las Mujeres –PLANOVI 2004-2014.
Éramos entonces una entidad desconocida con más voluntad que con recursos. Las integrantes de la Red de la No Violencia habíamos luchado desde 1997 para que el Estado se hiciera cargo de la búsqueda de soluciones a la problemática de la violencia contra las mujeres, chocándonos una y otra vez con el rechazo y la indiferencia de las autoridades.
Ahora hemos alcanzado carta de naturaleza en las instituciones que integran la CONAPREVI, la credibilidad de quienes las dirigen que ven nuestra institución como el acicate que les apremia a adoptar políticas y acciones internas en sus procedimientos regulares; ya no pasamos desapercibidas y nuestro mandato se ha reafirmado en la Ley contra el Femicidio y otras formas de violencia contra la mujer.
El reto sigue vigente y nos motiva a seguir impulsando el cumplimiento del PLANOVI y a renovar esfuerzos, nuestro mandato de lograr que las mujeres algún día, en Guatemala, puedan disfrutar una vida libre de violencia.
A pesar de las frustraciones por la falta de respuesta congruente para las mujeres sobrevivientes de violencia y para poner fin a la impunidad, la CONAPREVI no desmaya y sigue adelante, con una labor tesonera no siempre bien comprendida pero inmersa en el compromiso asumido hace ya nueve años.